
Vamos de la mano volado por el azul del cielo, entre nubles enormes y lentas.
Podemos mirar los puntitos diminutos de donde venimos.
La ciudad se nos aleja y el pasto y los árboles se hacen presentes. Es una bella vista desde lo alto y lo hermoso.
Yo junto a ella como si la vida ya nos hubiera destinado y unido para siempre.
(Antes de comenzar tengo que contarles algo que me ocurre no se desde cuando y tampoco se porque me ocurre solo se que tengo algo así como poderes mágicos que me permiten volar en la inmensidad de la galaxia, detener el tiempo, acelerarlo, ser invisible, silencioso, mirar mas allá de lo natural, hacer lo que me plazca y hasta incluso puedo olvidar. Bueno sabiendo esto puedo continuar con mi relato.)
Junto a ella aterrizamos en una pequeña y lúgubre cabaña de donde se oyen unas voces que murmullan palabras que no logro recordar con certeza, pero que algo tenían que ver con odio. En silencio mi bella compañera y yo nos acercamos a la puerta donde nos quedamos parados escuchando lo que decían. En ese preciso momento esta se abre y sale un hombre, de aspecto juvenil, alto, con cabello largo, algo de barba, con un polerón negro un tanto seboso. Junto a él se asoma una mujer, de cabello largo y negro, de tez morena y una que otra espinilla sobre su rostro, ambos nos quedan mirando impactados por la sorpresa de nuestra improvisada visita, dando señal de una molestia y rabia evidente. A mi compañera y a mi nos toman del los brazos y nos llevan a regaña dientes hacia el living de la cabaña en donde nos tirar al malgastado sofá y nos comienzan a interrogar, preguntándonos porque estamos ahí y que queremos.
Para sorpresa mía mi angelical compañera los conocía desde hace mucho tiempo, me pude percatar de esto ya que hablaban de algo que ellos conocían y no habían concretaron tiempo atrás y se lo recriminaban con gritos y escándalo provocando tencion en el habiente. Cuando la discusión se comenzó a sobre pasar y los gritos ya no me dejaban pensar, hice uso de mis habilidades mágicas y con un chispido de dedos deje sin habla a los dos muchachos que quedaron sorprendidos por este mute repentino que hizo callar sus bocas que vociferaban odio hacia mi hermosa compañera. Cuando el hombre se comienzo a desesperar por su silencio éste se levanta rápidamente de su silla y dirige su puño con dirección a mis labios y a la vez la muchacha asoma sus manos sobre el cabello de mi “perlita” yo nuevamente chispie mis dedos y ahora los dejo inmóviles como rocas costeras que caían sobre el deteriorado sillón. Aquí es cuando yo saco la voz y comienzo a hacer notar mis características animal escás y comienzo a defender a mi divina compañera, con la arma que mejor sabia usar; mi retórica. Tanto fue mi ira hacia esos dos muchachos que no me pude contener la rabia y la impotencia de haber visto que ellos pretendían hacerle daño a mi “princesita” así que sin pensarlo y como si hubiera tenido una venda tapándome los ojos comencé a torturarlos. Tome a la chica y al muchacho y los ubique uno frente al otro mirándose fijamente los ojos. Chispie los dedos otra vez y desde las mugrientas cortinas hice aparecer un piano toy que cada vez se hacia mas grande mientras este se acomodaba en la cabaña, convirtiéndose así en un gran piano de cola, que reproducía Tocata y Fuga en D menor de Joan Sebastián Bach y que iba subiendo su volumen con el pestañar de los torturados que querían agredir a mi “mariposita”.
Cuando abrí la puerta para salir del lugar, siempre tomado de la mano de mi celestial compañera,. la fuga estaba en su máxima expresión y volumen, los ojos de los tipos están rojos y llorosos, ya que me daba la impresión que no querían mas música pero las torturas fueron hechas para torturar.
Cerré la puerta de la cabaña y nos marchamos dando un saldo con dirección al cielo. Nuevamente estábamos volando en entre el aire y las nubes blancas como la nieve.
Mi princesita y yo íbamos muy felices, nos sentíamos los reyes y dueños del mundo, ya que habíamos luchado juntos y yo por dentro sin duda que me sentía mas feliz que ella, ya que la había defendido con todo mi poder y pasión.
Nuestras risas se podían escuchar por toda la galaxia morena y constelada. Éramos tan felices, que tomados de las manos ví pasar mi vida en cinco como dos segundos pero que para mi fueron eternos y majestuosos, hasta cuando, recordé.
La bruja que me acompañaba, me había traicionado, ella me dejo morir una mañana de invierno entre mis sabanas sin compasión, me había robado la sangre y a su vez esta me había inyectado aceite de oliva en las venas, había puesto bencina sobre las maderas de la hoguera el día de mi muerte, me crucifico como un tal Jesús de Nazared, me comió las pupilas, me había traicionado, destripado, mutilado, ella era el demonio, la pastabase de la vida, el delirio soñador, la droga mas fuerte, el placer mas culpable, la traición mas traicionada. Cuando recordé esto desde las alturas del cielo vi su sonrisa y sus ojos destellar en pasión o algo parecido al amor, sin embargo solté su mano y la deje caer como una gotita de lluvia primaveral, la solté, viendo su lamento espantoso y escuchando sus gritos de desesperación, que aterraron al mundo, pero ya era tarde la había soltado y no me importaba.
Continué volando entre el cielo y el sonar de violines que se disfrazaban de estrellas que brillaban con una magia especial y única.
Por años jamás me detuve de volar y recorrer el mundo, hasta cuando llegue desde las alturas a una humilde granja, con molinos, animales, aves de muchas clases, pastizales, riachuelos, colores y olores. Mire bien y recordé… aquella era mi granja que había dejado años atrás cuando me entregue y creía en algo que ahora no recuerdo bien…
Me senté en mi sillita mecedora me puse mi sombrero de paja y acompañado de un rojo atardecer, prendí un pitito y me despedí del largo día que se iba para siempre.