domingo, 25 de septiembre de 2011

El despertar de los moustros




habían pasado tantos años en silencio por el lado de ellos sin
hacer ruido. Me había preocupado de respirar bajito para no
molestarlos. Me costo tanto hacerlos dormir la ultima vez que
tuve que desprenderme de las cosas mas bellas que poseía y
trocarlas con el fin de recobrar la calma.
Pero no basto por que el moustro despertó con hambre de león e
ira. como si fuera la mas terrible de todas las tormentas
eléctricas. Despertó y daño todo lo que tenia a su paso,
rasgando kilómetros de tejidos vivos, destrozando pilares
sólidos, quebrando vitrinas donde yacían guardadas las
inseguridades mas ridículas. Con gritos de euforia no callo
despertando a los miedos otra vez, como llamándolos, como si al
moustro no le bastara con su fuerza pidiendo refuerzos. Desde
las sombras llegan temblores, ideas tortuosas, llega como un
ejercito chino vestidos de inseguridad, llega consigo la
tragedia, el llanto. asesinando la primavera y quemando flores.
Y yo desde un rincón viendo en cámara lenta la destrucción de mi
orgullo, disperza en toda la sala de mis secretos mas íntimos.
Sin poder hacer nada, perplejo y vulnerable, solitario y vacío.
Como una cajetilla de cigarros tirada en la barra de un bar.
El moustro despertó y yo no tuve que decir o que hacer. Solo
despertó para recordarme que la felicidad es tan inestable como
los primeros pasos de un bebe o como el vuelo de pajarito.

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